¿Cómo acompañar a un niño/a a atravesar por la pérdida de un ser querido?
Continuando con lo desarrollado en la entrada anterior, les alcanzamos algunos elementos a tener en cuenta para ayudar al niño/a y a su familia a atravesar una pérdida importante.
En primer lugar, se debe considerar la forma en que se comunica la muerte del ser querido: Es mejor no retrasar la noticia, y si la situación lo permite, ir anticipando la posible muerte. Además, es importante comunicarlo con sinceridad, en un lenguaje sencillo y comprensible para el niño/a; así como también hablarle de las razones que ocasionaron la muerte y dejar en claro que el ser querido no volverá. Habrá que tomar en cuenta la etapa del desarrollo cognitivo y emocional en la que el niño/a se encuentra.
Es necesario responder a las dudas que el niño/a traiga, que suelen ser muchas y variadas, por ejemplo: ¿A dónde se van los muertos? ¿yo me moriré? ¿ustedes también se van a ir? Frente a esas preguntas, es importante saber qué se imagina y qué ideas tiene al respecto, pues cuando un niño/a pregunta suele tener sus propias teorías explicativas. Es óptimo partir de las propias inquietudes del niño/a, estando atentos a que no se responda desde lo que despierta la muerte en el adulto; pues para muchos de nosotros es un tema angustiante y difícil de hablar. Es importante reconocer que no existen respuestas correctas o incorrectas ante estas preguntas y que es válido transmitirle al niño/a que no siempre podemos resolverlas. Se sugiere responder en base a lo que genuinamente creemos, pues los niño/as perciben la discrepancia entre lo que le decimos y lo que pensamos, generándoles más dolor. Además, hay que respetar su derecho a la verdad.
Otro elemento a considerar, sería el crear un ambiente que permita que el niño/a pueda expresar sus emociones y se sienta apoyado en ese proceso. Es importante transmitirle al niño/a que se comprende su dolor y sus deseos frente a la pérdida; explicándole que el llanto, la pena, la rabia y la confusión son respuestas naturales ante su dolor. Se debe intentar evitar frases que limiten la expresión de su sentir, como “no llores”, “no estés triste”, “hay que ser valiente”. Más bien, el sostén emocional que se le brinde le permitirá al niño/a aproximarse a la muerte de manera dosificada. Esto implica esperar sus tiempos y no forzarlo a hablar del dolor cuando aún no lo expresa.
Muchos adultos intentan ocultar el impacto emocional que tiene en ellos la muerte, como un intento de cuidar al niño/a de su sufrimiento. Sin embargo, el que los adultos expresen su dolor, permite y habilita al niño/a a expresar el propio; hace que los sienta más cercanos y le facilita una mayor apertura a sus sentimientos. De todos modos, es importante que cuando el niño/a vea llorar a un adulto, se le pueda hablar posteriormente de ello para comprender que llorar puede ser algo que alivia y hace bien.
Así como la familia acompaña al niño/a, el colegio también puede ser un punto de apoyo. Se recomienda hablar con el profesor del niño/a para que esté al tanto de su pérdida y pueda abrirse la posibilidad de continuar procesándola.
Los rituales permiten que el niño/a se despida del ser querido acompañado por su familia y personas cercanas. No obstante, es importante explicarle previamente en qué consiste el ritual y preguntarle si desea o no participar y que ambas alternativas están bien. Se pueden crear rituales propios y otras actividades familiares que puedan ayudar al niño/a a elaborar la pérdida. Entre estos, los cuentos ofrecen un camino para ir comprendiendo sus vivencias y expresar sus emociones. Mientras un cuento es relatado, se crea un espacio compartido en el cual el adulto acompaña de cerca el proceso de elaboración. También, las películas pueden cumplir una función similar. Se recomienda la película “Coco” del director Lee Unkrich, que refleja cómo las personas queridas, aunque ya no estén presentes físicamente, pueden mantenerse vivas en nuestros recuerdos.
Además, proponemos una actividad creada por Aida Espelt llamada el cofre de los secretos. Esta actividad consiste en crear una caja, que se puede decorar y personalizar, para colocar dentro de ella imágenes y objetos que el niño/a asocia a su ser querido. Para niños mayores, puede proponérseles escribir un diario en relación a lo que está sucediendo, para que así puedan expresar por este medio algo que está siendo difícil de verbalizar. Se considera que tanto para el cofre y el diario, es importante que nadie acceda a ellos sin la autorización del niño/a.
Otra alternativa puede ser organizar una actividad en la cual cada miembro de la familia exprese los sentimientos hacia el ser querido que ha fallecido; asimismo, comuniquen los recuerdos bonitos y reconfortantes que tienen de esa persona.
Estas son algunas aproximaciones a cómo el niño vivencia la muerte de un ser querido y cómo se les puede acompañar en ese proceso. Es importante recordar que cada niño/a va a tener una manera distinta de procesarlo, y el adulto una manera diferente de acompañarlo. En caso esté siendo muy difícil para la familia, se puede consultar a un profesional.
Autoras: Andrea Velazco & Suzanne Topham
Publicado por Psicología en Sintonía
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