Desafíos de la educación virtual en tiempos de Covid
En los últimos meses, la virtualidad se ha convertido en nuestra principal forma de interacción. La necesidad de mantener el distanciamiento social y de cuidarnos permanentemente nos ha obligado a realizar nuestras reuniones sociales a través de plataformas virtuales, migrar hacia el trabajo remoto o transformar espacios educativos presenciales en virtuales. Inicialmente pensamos que la virtualidad sería una situación temporal, sin embargo, se ha extendido mucho tiempo más de lo que esperábamos.
Uno de los entornos donde ha sido más retador adaptarse a la virtualidad es el educativo. La educación implica necesariamente el despliegue de un proceso de enseñanza-aprendizaje donde participan docentes y estudiantes. Por definición, este proceso es bidireccional debido a que tanto docentes como estudiantes enseñan y aprenden. Ambos actores se embarcan en un diálogo que les permite construir juntos el conocimiento. Usualmente, se cree que es el docente quien enseña y el estudiante el que aprende, pero lo cierto es que sus roles se entrecruzan y terminan retroalimentándose mutuamente (Claux, Kanashiro y Young, 2001).
Nos hemos acostumbrado a que esta relación bidireccional del proceso de enseñanza-aprendizaje se de cara a cara. Ciertamente, es más sencillo forjar vínculos significativos mientras sentimos proximidad a otros y mientras compartimos un mismo espacio físico. Hoy en día, se nos hace muy difícil aceptar la idea de construir relaciones docente-estudiantes a través de una pantalla, un teléfono o una radio. La distancia se antepone como una barrera que debemos romper para lograr tener el vínculo necesario para todo proceso educativo. Es así que debemos buscar nuevas formas de acercarnos y conectarnos; quizás, una de las más sencillas sea aceptar que, tanto docentes como estudiantes, hoy estamos viviendo retos y dificultades muy similares. El reconocerlas, puede conllevar a la percepción de que se acorta la distancia que nos hemos visto obligados a mantener debido al aislamiento social.
Esta situación compartida ha demandado la adaptación en diversos ámbitos, ha sido una experiencia retadora tanto para docentes y estudiantes, y para el vínculo que han ido construyendo desde esta virtualidad. En esta línea, las y los estudiantes han presentado retos de todo tipo; inicialmente desde el contar con los recursos necesarios para las clases virtuales como los dispositivos y la conectividad a internet, tener un espacio de estudio cómodo y organizarse en casa para redistribuir las responsabilidades que les permitan estudiar y a la vez aportar a la dinámica familiar. Sin embargo, también ha sido una oportunidad para poner a prueba su autonomía y reconocer su capacidad de agencia en el proceso de aprendizaje. Han podido fortalecer su participación activa en los cursos, organizar sus horarios y establecer momentos de estudio y descanso, considerando que ambos se dan en el mismo espacio.
Por otro lado, para las y los docentes este contexto ha demandado un proceso de adaptación. Han tenido que realizar cambios en la metodología de enseñanza y los materiales o recursos que solían utilizar desde la presencialidad y transformarlos a este nuevo espacio virtual, optimizando las herramientas que brindan las tecnologías de la información y comunicación (TICs) para que no se vea afectado el proceso de aprendizaje. Esto ha implicado reconocer que el contexto sí impacta en los procesos de aprendizaje de las y los estudiantes y demanda de un acompañamiento distinto para no perder de vista la contención emocional que se les brinda. Asimismo, es necesario tener mayor flexibilidad en los procesos de enseñanza-aprendizaje, comprendiendo que los tiempos son distintos y que muchas veces las y los estudiantes pueden requerir la extensión de plazos, y reconociendo las dificultades y retos que se les pueden presentar. En esta línea, para los docentes a nivel personal, también ha significado un reto manejar los tiempos de trabajo y descanso, y procurar mantener un equilibrio cuando hay diversas preocupaciones que también afectan a su salud mental.
En suma, nos encontramos ante un contexto particular que nos moviliza a todas y todos, y afecta la forma en la que estudiamos, trabajamos y nos desenvolvemos. En el entorno educativo, en la medida en que reconozcamos que este proceso de enseñanza-aprendizaje significa un reto tanto para docentes como para estudiantes, la relación que se construya entre ambos será más humana y permitirá mayores posibilidades de encuentro y construcción conjunta.
En la siguiente entrada, reflexionaremos en torno a las lecciones aprendidas a partir de la educación virtual.
Escrito por: Mariana Salas y Stefania Vindrola
Publicado por: Psicología en Sintonía