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Vértigo electoral

Psicología en Sintonía

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“La ansiedad es el vértigo de la libertad” S. Kierkegaard

A lo largo de estos meses el debate político en el Perú se ha visto marcado por discursos extremistas que hicieron eco en un porcentaje importante del electorado. Si bien es común que los períodos de elecciones dividan la perspectiva ciudadana, esta fue la primera vez que algunas candidaturas se sumaron de forma explícita a la dimensión más autoritaria del comportamiento político internacional. Algunas propuestas, lejos de plantear soluciones viables y claras frente a la crisis, se limitaron a repetir discursos basados en populismo, xenofobia, posverdad y alarmante odio. Además de reforzar la polarización, parecieran conducirnos hacia una mayor división e incertidumbre política. Lo novedoso es que estos intentos autoritarios, al volverse cada vez más comunes, parecieran haber aprendido a hablar el lenguaje de la democracia, cuando en realidad la terminan poniendo en riesgo. Paradójicamente, bajo el pretexto de la libre expresión viene siendo muy difícil escucharnos y mucho más entendernos. Resulta curiosa la aparición de estos discursos extremistas en la actualidad, considerando que en el año 2000 lxs peruanxs luchamos por sacar del poder a un régimen dictatorial.

Foto: Sebastián Castañeda

¿Cómo explicar el eterno retorno de la solución autoritaria en un país que luchó por recuperar la democracia hace no mucho más de dos décadas?

En el libro “El miedo a la libertad” el psicoanalista y sociólogo Erich Fromm, analiza las condiciones psicosociales que permitieron el despliegue de la ideología Nazi en Alemania. Lamentablemente, casi ochenta años después, sus ideas permanecen relevantes y pueden acercarnos a entender la lógica detrás de algunos discursos extremistas en la clase política nacional y la recepción de los mismos en el electorado.

En esta línea, Fromm (1941/1974) sostiene que para funcionar con autonomía, hay que desprendernos del mandato de una autoridad externa que define y decide la forma en la que debemos vivir. Esto nos hace libres, pero también responsables de nuestras decisiones individuales. Según este autor, la posibilidad de pensar con independencia, fuera de los mandatos de una determinada autoridad o grupo de pertenencia, puede generarnos también una sensación de aislamiento, confusión y angustia. Se trataría de una relación complicada: a mayor libertad, menor percepción de control y seguridad. Esto podría explicar cómo sociedades que lucharon y consiguieron cierto nivel de libertad y autonomía, pueden encontrarse a sí mismas intentando volver a lo conocido y seguro, aunque esto implique sometimiento y abandono de lo avanzado.

¿Cómo la libertad puede ser problemática?

Para responder a esto, Fromm (1941/1974) habla de dos tipos de libertades: la libertad negativa y la positiva. La primera supone liberarnos de las cadenas que fueron impuestas previamente; mientras que la segunda supone la libertad para elegir qué deseamos y hacia dónde nos dirigimos una vez que dichas cadenas ya no están. En el Perú, podríamos pensar las libertades de Fromm desde dos momentos: la libertad negativa alcanzada a partir del proceso político a inicios de siglo que nos llevó a recuperar la democracia. Y la positiva, en torno a qué hacemos con la democracia y nuestra libertad de elegir (21 años después).

Foto: Max Nina

Fromm quizás nos diría que nos encontramos en ese momento incómodo y angustiante que supone ejercer la libertad, donde podemos reconectar con las demás personas y sus diferencias sin eliminar nuestra individualidad, o podemos adherirnos a un líder o postura autoritaria. Al someternos a una estructura de poder, sentimos que volvemos a ser parte de algo más grande; nos libramos así de la sensación de desolación que genera la libertad y buscamos ejercer el poder sobre otros en nombre de esa entidad que nos protege y a la que ahora pertenecemos. En ese punto, ya no somos individuos libres, tenemos otra vez a alguien, o algo, que nos dirige y nos enseña quién es el enemigo; se promueve una vida controlada y dedicada a limitar la libertad del resto, en lugar de enfrentar las dificultades de potenciarla.

Entonces, la experiencia completa de la libertad supone enfrentarse por primera vez a la angustia de decidir de forma autónoma sin seguir direcciones externas. Por lo que es posible que apelemos a un nuevo set de cadenas impuestas de forma voluntaria, para evitarnos la molestia de pensar por nuestra cuenta y generar nuevamente la ilusión de seguridad, aunque esto suponga renunciar al ejercicio libre de nuestra ciudadanía. Asimismo, Fromm, (1941/1974)) enfatiza que no podemos quedarnos con explicaciones simples y unicausales para entender por qué las personas nos inclinamos por propuestas extremas y autoritarias. Quedarnos con argumentos básicos y planos como la ignorancia, locura o maldad, resulta peligroso dado que no permiten entender por qué escapamos de la libertad, ni mucho menos prevenir la repetición de patrones históricos dañinos. De este modo, la lógica arrogante de observar al “electarado peruano”, puede tranquilizar a nuestro ego ciudadano y diferenciarnos de lo que nos parece malo, pero realmente no contribuye en nada y nos alejaría de una mentalidad democrática.

Según este autor, para que la libertad positiva funcione, se necesitaría facilitar un funcionamiento social que fomente la autonomía donde las personas puedan ser lo que deseen ser; sin interferir o dañar el ejercicio de la libertad del resto, claro está. Para que esto suceda, habría que crear, sostener y tolerar una nueva forma de convivir entre las diversas expresiones individuales y colectivas; alejándonos quizás de la rigidez de un sistema preestablecido. Proteger la libertad entonces, implicaría tolerar el estado permanente de cambio, la incertidumbre y la ausencia de certezas. Sin embargo, cuando nos enfrentamos al vértigo de la libertad la respuesta autoritaria, según Fromm (1941//1974), puede ser la forma más fácil de escapar. La libertad entonces, no es incuestionablemente buena, por lo que cortar las cadenas sin decidir hacia dónde queremos ir puede ser una trampa. Fromm sugiere que ejercer nuestra ciudadanía con libertad puede hacer nuestra vida mejor, pero también puede complicarla mucho más. En este momento, nada sería más peligroso para el Perú que una escisión social añadida a la peor crisis sanitaria y económica. Quizás es un buen momento para evitar ideologizar tercamente nuestra mirada política, hacernos cargo de la angustia que nos generan las no-certezas y hacer un esfuerzo para intentar volver a escucharnos.

Escrito por: Clis Yépez

Edición: Suzanne Topham, Lucía González y Miguel Alarcón — Psicología en Sintonía.

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Referencias

Fromm, E. (1968). El miedo a la libertad. Buenos Aires: Paidós.

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Psicoterapeutas de orientación psicoanalítica. Compartimos reflexiones sobre salud mental.

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